lunes, 24 de noviembre de 2008
Maria Anna Cecilia Sophia Kalogeropoulos (Nueva York, 2 de diciembre de 1923 - París, 16 de septiembre de 1977), más conocida por el nombre artístico de Maria Callas fue una soprano de origen griego, considerada como la más famosa cantante de ópera del periodo de posguerra.
Callas combinaba una impecable técnica del bel canto con un gran talento dramático, cualidades que le hicieron la más famosa actriz-cantante de aquella época. Era extraordinariamente versátil, ya que su repertorio iba desde la ópera seria clásica, como La Vestale de Gaspare Spontini, hasta las óperas de Giuseppe Verdi, o Giacomo Puccini. Sus estudios de la coloratura le permitieron cantar papeles tan diferentes, pero este esfuerzo aceleró el deterioro de su voz y le acarreó múltiples críticas.
Consolidación y plenitud [editar]María conoció en Nueva York al tenor italiano Giovanni Zenatello, director de la Arena de Verona quien la contrató para cantar La Gioconda de Ponchielli en ese anfiteatro. Viajó entonces a Italia en compañía de la esposa de Bagarozy, Louise, y allí conoció a su primer esposo: un acaudalado industrial de la construcción llamado Giovanni Battista Meneghini, 30 años mayor que ella y quien fue decisivo en la gestión de la incipiente carrera de la soprano.
Su debut en la Arena de Verona fue en 1947, bajo la batuta de Tullio Serafin. Su trabajo en la ópera de Ponchielli fue un éxito agradable pero no se reflejó inmediatamente en nuevos contratos. Así, Callas se encontró nuevamente sin empleo, pero gracias al apoyo brindado por Meneghini logró continuar con sus estudios privados de canto, haciendo luego una audición para Serafin en el difícil papel protagonista de Tristan e Isolda de Richard Wagner, que se iba a presentar en el teatro La Fenice de Venecia en la siguiente temporada. Logró el papel y debutó en el teatro veneciano obteniendo un clamoroso éxito que le permitió cantar posteriormente Turandot de Puccini y el papel de Brünnhilde en Die Walküre (Las walkirias), con Tullio, las temporadas de 1948-1949.
Después de su Elvira en Venecia, María se convirtió en una celebridad en Italia, pero todavía no se le había ofrecido un papel en el teatro más importante del país: La Scala de Milán. Finalmente se le ofreció un papel en la Aida de Giuseppe Verdi que Renata Tebaldi no podía realizar. Maria y Meneghini esperaban un gran éxito, pero cuando comenzaron las representaciones de Aída el 12 de abril de 1950, la acogida del público italiano fue fría, situación que la Callas notó al concluir el segundo acto, y en un arrebato de cólera dejó la obra inconclusa. Para la segunda presentación el 7 de diciembre de 1950, La Scala se rindió a María Callas, un éxito que dio origen a su seudónimo «La Divina». La temporada del 1950-1951 inició con I vespri siciliani, de Giuseppe Verdi, siendo una de las actuaciones más aclamadas y recordadas de la soprano.
Callas combinaba una impecable técnica del bel canto con un gran talento dramático, cualidades que le hicieron la más famosa actriz-cantante de aquella época. Era extraordinariamente versátil, ya que su repertorio iba desde la ópera seria clásica, como La Vestale de Gaspare Spontini, hasta las óperas de Giuseppe Verdi, o Giacomo Puccini. Sus estudios de la coloratura le permitieron cantar papeles tan diferentes, pero este esfuerzo aceleró el deterioro de su voz y le acarreó múltiples críticas.
Consolidación y plenitud [editar]María conoció en Nueva York al tenor italiano Giovanni Zenatello, director de la Arena de Verona quien la contrató para cantar La Gioconda de Ponchielli en ese anfiteatro. Viajó entonces a Italia en compañía de la esposa de Bagarozy, Louise, y allí conoció a su primer esposo: un acaudalado industrial de la construcción llamado Giovanni Battista Meneghini, 30 años mayor que ella y quien fue decisivo en la gestión de la incipiente carrera de la soprano.
Su debut en la Arena de Verona fue en 1947, bajo la batuta de Tullio Serafin. Su trabajo en la ópera de Ponchielli fue un éxito agradable pero no se reflejó inmediatamente en nuevos contratos. Así, Callas se encontró nuevamente sin empleo, pero gracias al apoyo brindado por Meneghini logró continuar con sus estudios privados de canto, haciendo luego una audición para Serafin en el difícil papel protagonista de Tristan e Isolda de Richard Wagner, que se iba a presentar en el teatro La Fenice de Venecia en la siguiente temporada. Logró el papel y debutó en el teatro veneciano obteniendo un clamoroso éxito que le permitió cantar posteriormente Turandot de Puccini y el papel de Brünnhilde en Die Walküre (Las walkirias), con Tullio, las temporadas de 1948-1949.
Después de su Elvira en Venecia, María se convirtió en una celebridad en Italia, pero todavía no se le había ofrecido un papel en el teatro más importante del país: La Scala de Milán. Finalmente se le ofreció un papel en la Aida de Giuseppe Verdi que Renata Tebaldi no podía realizar. Maria y Meneghini esperaban un gran éxito, pero cuando comenzaron las representaciones de Aída el 12 de abril de 1950, la acogida del público italiano fue fría, situación que la Callas notó al concluir el segundo acto, y en un arrebato de cólera dejó la obra inconclusa. Para la segunda presentación el 7 de diciembre de 1950, La Scala se rindió a María Callas, un éxito que dio origen a su seudónimo «La Divina». La temporada del 1950-1951 inició con I vespri siciliani, de Giuseppe Verdi, siendo una de las actuaciones más aclamadas y recordadas de la soprano.
Ese mismo año su arte llegó a distintos lugares del mundo: Chicago, Berlín, Viena, Filadelfia, Washington, Dallas (donde se presentó con la ópera Medea) Colonia, Edimburgo. A mediados de dicho año, María Callas ofreció distintas funciones en el Covent Garden de Londres, de las que cabe destacar la representación de La Traviata con Cesare Valetti. Por si fuera poco María cerró este especial año con un recital en directo desde la Ópera Garnier de París, el 19 de diciembre, que fue transmitido a más de una docena de países en Europa.
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